Tenemos en mi pueblo
un mago por farolero,
se llama Rufo y es un genio.
De talante agradable y sereno;
siempre tiene moralejas,
que a nuestras penas dan remedio.
Todas las noches recorre el pueblo,
no dejando sin luz las farolas,
de la plaza ni callejuelas.
.
Pero Rufo deja apagada
la farola de las afueras,
dice… que se funde sola;
porque es donde roban,
a sus novias, los primeros besos,
cándidos mozuelos.
Otros más lanzados retozan
por los recovecos del camino,
protegidos por la ausencia de la luna
Los más serios y sensatos
se hacen promesas sagradas
con las manos enlazadas.
Rufo pone especial cuidado
iluminando la farola
del banco de la plazuela;
por que allí, entre cigarro y cigarro,
se cuentan los abuelos
batallitas del pasado.
Rufo también es el pregonero
y no se limita a leer recados,
todo lo transforma
en versos bellos y delicados.
Si es triste la noticia,
sus versos son coplas,
que canta emocionado.
Pero si el comunicado es alegre,
el pregonero no tiene freno,
y se arranca por un fandango gitano
También Rufo se encarga
de tocar las campanadas;
…cuando alguien falta…
son lentas y espaciadas.
Repicando alegre para misa
los fines de semana;
y con leves toques para el rosario,
por la mañana temprano, y a diario.
No sé que fuera de mi pueblo
sin la magia de Rufo el farolero,
seguro que sería, un caos completo.
¡El cura sin parroquianos,
tristes y aburridos los abuelos
y los mozos y las mozas
como mucho cogidos de la mano!.
¡Menudo cementerio
sería mi pueblo
si nos faltara Rufo
y la alegría de sus versos!.
Elda 21 de Octubre de 2015
Jesús Gandía Núñez
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