Nunca tuve la sensación de poseerla,
nunca la quise poseer, se escapaba de mis dedos,
como el agua fresca del arroyo blanco.
Vivía conmigo, pero sabía que ella era una ilusión pasajera,
un gato indomable, un sueño deseado.
Estaba dispuesto a compartirla, entregarla al mejor postor,
pero la quería tener a mi lado,
no siempre,
pero siempre en mi lujuria.
Hasta que un día cualquiera, nada especial ni siquiera festivo,
se fue con otro, el mejor, el príncipe añorado, el modelo del catalogo,
el inalcanzable, el hombre que vive en las paredes de las mujeres locas,
vive en forma de papel y brilla como la luna cuando lo iluminan.
Ahora ella es la mujer de mi “sueño húmedo”; no lo sé,
creo que ella sigue buscando su príncipe azul,
eso la mantiene viva y fresca.
Lo siento, pero cuando pienso en ella, se me erecta y eriza todo.......
By Walter Trujillo Moreno, Noviembre 2015