Cuando lo veo,
inesperadamente mi corazón se congela
y cae de súbito a mi vientre
y se quema hasta volverse yermo y baldío.
Cuando se acerca
es sumamente difícil lograr que mis sentidos se concentren
en traer de nuevo el corazón al pecho,
y en eso la vida
pierde segundos cruciales de mesura y entereza.
La sensatez se fuga de mí cuando lo tengo cerca.
Su voz se hace sismo en el recuerdo
que tengo de la gloria de estar entre sus brazos,
en sus tatuajes,
en su regazo…!
Y él se da cuenta.
Él sabe que si rosa sus dedos en mis yemas
claudicaré una vez más a sus antojos.
Se sabe dueño de todo lo que poseo,
de mis afanes,
de mis procederes.
Él sabe que aunque se me acaben las fuerzas por quererlo
se renovaran de nuevo con tan solo verlo,
aunque este condenada por siempre a perderlo.