Miro hacia el horizonte, como quien observa la esperanza andar
Dio con el silencio que le enseño sobre soledad
Ausencia de amor en la fría tempestad
Hay consuelo en su cabizbajo andar
Un nuevo amanecer trajo los susurros del viento
El clamor del desvelo
Reavivo el vigor en su momento
Rojo siniestro es el amor sobre el firmamento
Suave predica de paz de un corazón afligido
Anhelando un sueño eterno
Que de sombras y nostalgia no se ha redimido
Los recuerdos con lágrimas anunciaron su entredicha aflicción
Y sin querer mirar atrás, solo se despidió
Dijo en suspiros mudos
Que era tiempo de olvidar
Pues le había llegado la hora de marchar