Tortuosa superstición, otra vez te paras frente a ella
La sometes con una estratagema mediocre, la seduces con jazmines y azucenas, la encandilas con tu misteriosa génesis y la liberas para que continúe con sus funciones ordinarias.
Mente, no te vistas de rayas
Mente, no limes tus uñas en los barrotes, que luego cobrarán vida y te azotarán hasta que mueras.
Mente, que tu cabeza no recaiga sobre el pecho jabonoso.
Mente, que no te encuentre el bufón como el blanco de sus burlas
Mente, resiste, yo se que él te persigue con la daga en la mano
Mente, si te descuidas la ola rompe y nos volvemos estatuas de sal en un instante
Mente, no me dejes, soy el bocadillo predilecto, y los comensales están hambrientos
Mente, vuélvete escudo, vuélvete espada.