El tropel del rebaño lo despierta ,
tiempla los tendones,
coge el poncho, el sombrero,
y la talega de coca,
va rumbo a la chacra que lo espera.
Unce la yunta, ara la tierra,
en cada surco busca el sagrado pan,
en cada socavón siembra la esperanza,
y sus ojotas dibujan en la tierra húmeda
la ilusión de un otoño fértil.
En el silencio de su soledad mira al cielo azul
mientras \"endulza el bolo\".
Cuando el sol se apaga en el horizonte
vuelve a su choza
y junto al batán va comiendo su cancha.
Sobre la espalda carga el peso de los años.
y bajo el poncho esconde sus pesares.
Ya está viejo y cansado,
en su rostro hay mil arrugas
y sus huesos flaquean.
Mañana cuando todo esté consumado,
cuando su cuerpo inerte repose bajo tierra,
cuando su recuerdo sea nada;
un ¡ARRIBA, ARRIBA! Romperá el silencio
y el tictac de su checo se oirá eternamente.
José Eugenio Sánchez Bacilio