Donde quedó los sueños que un día soñé
y, donde fué la esperanza que un día en
tí, yo deposité, acaso se fueron por el
cauce del olvido, o fué al inmenso mar
que con sus juguetonas olas al vaivén
las hundió y más yo; no las miré.
Donde quedan los minutos y las horas
que en mi lecho te entregue, las caricias
y mi cuerpo que pedía, le amarás tu
otra vez, Dime, tú que los has guardado
en un lugarcito dentro de tu corazón,
para que nunca muera esta deliciosa
pasión, que a diario nos alimenta
más que una tarde de ilusion.