Voy paseando y mientras, miro y veo
grises casas, ventanas y balcones
y veo revolotear a los gorriones
los niños de un colegio en el recreo
y un parque de atracciones.
Cada paso que doy es uno menos
que resta por andar en el camino
hasta que deba llegar a mi destino
para olvidar al fin estos terrenos
siguiendo al sol divino.
Cuando la luz se va y desaparece
y el negro nubarrón la tarde acecha
más lejos va quedando la cosecha
y el ansia de comer aún más decrece,
la vela anda sin mecha.
Sólo será pensando que florece
de nuevo en tí la edad de la inocencia
y haciendo uso legal de la paciencia
que habrás de valorar como merece
del tiempo su carencia.
©donaciano bueno