Te veo con la luz posada sobre tu rostro suave de terciopelo;
bendita luz que engalana esos ojos bendecidos de luna.
Mi cabeza abalanzada sobre la tuya con el paso frecuente
de nuestras narices por los dulces olores del amor;
ese amor hecho verdad con cada palabra,
cada mirada y cada suspiro por ti.
Quiero tu boca abierta con palabra bendita
salida por el surco de tus dientes de leche pura.
Quiero tu vaho acariciar mis mejillas
y queden empañadas con tu aroma
hasta que re suenen en el macizo distante,
en el frío lejano, mis palabras por amarte.
Quiero tu risa sujeta a mi memoria danzante
de alegría con la afición de tu cariño con sabor a miel.
Te quiero con mi cuerpo, te quiero con mi mirada,
te quiero con mi palabra viva que acarician tu oído.