Si alguna vez en la vida
Me fuera cantando bajo
Y me quedara dormida
bajo la sombra de un árbol
Jugaría a las palabras
Con la risa del olvido
Y me encontraría sola
Sin nadie cerca conmigo.
Me voy yendo calladita
Y ya casi no hay más nada.
La vida se va de a poco
En la neblina dorada,
Y mientras las horas corren
Yo me voy quedando sola, y
Un nudo que se agiganta
Se me agranda en la garganta.
La angustia de verme loca,
De verme desparramada
Y de verme sin aliento
De la noche a la mañana.
La angustia de no ser nada,
De salir a caminar
Y no sentir ni los pies
Ni las manos ni la cara,
De ser un fantasma triste
De cosas viejas pasadas,
De no ver lo que me pasa
Ni ser vista entre las casas.
El alma se sube al cielo
O se arrastra desgranada
En veredas sin baldosas
Entre calles llenas de agua.
Los remolinos que llegan
Se forjan desde la calma
De algún potrero baldío
Y el peso de la nostalgia
Sube al corazón sin mancha
Mientras el fuego palpita
Con las cosquillas del viento
Hasta el final de la plaza.
Si alguna vez me acordara
De las cosas que te dije
Y las cosas que repito
Cuando estoy alborotada,
Me dormiría temprano
Porque estaría cansada
De laberintos oscuros
Que llevan a la venganza.
Mañana será otro día
Y vendrá la gente a casa
A traernos los regalos
Que ya no nos hacen falta:
Son palmas de flores
Que huelen a magia
Con perros que aúllan
Llorando fragancias.
Morir laburando
Sin prisa y sin pausa,
No sé si el destino
Se digna gozar
La vida de locos,
Que vivo apurada
En la telaraña
De jefes y peones
Que agachan el lomo
En grandes galpones
Mirando a mil soles
Que queman la cara
Con los instrumentos
Que prenden y apagan
Tratando el tormento
De alinear la nada.
Busquemos alguna
Mirada porfiada,
Vecinos curiosos
Que viven tranquilos,
Mientras nos vamos temprano
Todo el tiempo a la mañana
Desde la casa al trabajo
Como si nada pasara.