Eternos los esteros,
en llanura complaciente;
confúndase el río y el morichal;
El arrendajo no ha callado.
Igual el amor,
¡Impoluto!
deslíe el crepúsculo de sed.
No declina, no se funde,
vive sereno.
Cuando llegas,
la avaricia por ti
deshace, fulmina
Niña de la llanura,
eres mi alocada noche
eres mi embriagante día.