No me gustan los besos a escondidas,
las mentiras que susurras, sólo cuando sale la Luna
las idas y venidas clandestinas,
el corazón escondido a la luz del mediodía,
las caricias, cuando son de polvo de talco y yo quiero adrenalina,
tampoco, la adrenalina cuando quiero calma con pausa y música con sordina.
No me gusta la espalda, cuando quiero verte boca arriba
y no me gusta contemplarte boca arriba, si estás vestida,
sin embargo vestida tienes la pausa de la primavera,
el olor de las amapolas,
el tacto del sexo, que no tuvo su beso converso,
el después, de los mañanas que quedaron durmiendo
y el angulo recto, que no entiendo en el pupitre del colegio
cuando las reglas del maestro son rectas,
y yo mantengo las líneas curvas, hacia tus besos.
No me gusta cuando dibujas en tu cara pinturas de guerra
la guerras nuestras son, sin banderas
y si existen las banderas prefiero el color neutro,
para contemplar tu naturaleza al descubierto
y no cambio balas por muertos,
si no silencios a las palabras de los necios.
No me gusta el sí, porque tiene que ser nuestro
tal vez el no, en ocasiones es más cierto,
no quiero lágrima sin agua, cuando no hay sentimiento,
y no quiero sentimiento falso, si oculta tu silencio.
No me gustan las mentiras,
y tampoco las verdades, acompañadas de risas.
No me gustan las caricias, sin van protegidas,
y de las protecciones sólo me gustan cuando salvan vidas.
No me gustan los besos a escondidas
y sin embargo me gusta el sexo a plena luz del día
sin cortinas, y las puertas boca arriba.
No me gusta la música, si tú no eres la solista
en el pentagrama de mi vida.