Como ladrón que roba vida,
te llevaste la mía,
y todos los recuerdos incluías
en tu maldito adiós.
¿Por qué te robaste mi risa
y de mi alma su ilusión?.
Las costumbres impresas de los dos
quedaron en un rincón.
Dejaste una penumbra
que invade la casa y las estrellas
se me pierden en lo infinito de mi soñar.
Ese sillón vacío que mece mi dolor
y no logra consolarme
porque era parte de los dos.
Las rosas rojas que con tanto amor cultivé
ya perdieron su olor
y es que te robaste hasta el perfume
de tu cuerpo del que me embriagaba yo.
La hora de tu llegada
no transita en mi reloj,
queda presa en la imaginación.
Ese beso en mis labios
como juguete de mañana
me despierta entre asombros
¡porque ya tú no estás!
Corro y abrazo a los pequeños
que preguntan ¿dónde estás?
Te robaste lo grande de sus sueños,
pero sé que lograré
que se agiganten en tu adiós.
¡A ellos no te los robaste!
Ahí quieras o no quieras,
estaremos por siempre tú y yo.