Aun creo en la maravilla, en cada trueno
que zumba los oídos abiertos.
Truenos de verdad y sincera
cordura con el pecho abierto
y el corazón latiendo.
Aun creo en la perduración
de bueno actos y sencillos
que no se desvanecen
en la palabra agradecida
del hombre vivo.
Aunque la palabra pobre
huele a mierda, creo
en la viveza de la palabra misma
cimentada en actos
vivos y sabor de esfuerzo
del hombre y la mujer.
Creo en los besos perdidos
en la noche de plata sencilla
Creo en tu amor y en tu mirada
al vernos, ¡penetrante momento!
Creo en las cadenas y luces
en el cielo perseguidas
por la visión del optimista,
caminante de éxito
con sabor a calor,
que de conquista y lucha
vive hacia lugares
sin esperanza para muchos.
Creo en el amor partido
en canciones,
en ese amor que se asoma
en las cuerdas flojas
del hombre déspota
con olor a barro
que grita por sanar al odio.
Solo creo en el instante y el acto,
en el momento valorado del niño
y las vivencias pasadas del viejo.
Solo creo, en Dios y en nosotros.