Hay amores,
que como la cigarra,
tienen vida
un solo verano,
y nos queda
hirviendo la sangre,
y las manos
encalladas,
de tanto refriego
en la espera,
aún sabiendo,
que no ha de volver,
y nos miramos
al espejo,
preguntándonos
si lo merecemos,
a veces
una lágrima,
a veces
una sonrisa,
surca
nuestro rostro,
y de pronto
lo olvidamos,
pero por un
instante,
no podemos
engañarnos,
el amor,
el verdadero,
más allá
de un verano,
está clavado
en nuestro corazón,
como gotas de rocío,
acariciándonos.
Víctor Bustos Solavagione