AMOR DE PADRE
Un día le pregunté a mi hija, cual era mayor, el amor de un padre hacia su hijo, o el de su hijo hacia su padre?
-Papá yo te quiero tanto que nunca dejaría de quererte.
-Bien, hija mía, te diré igual como dijo Jesús a Pedro, no cantará el gallo e ya me habrás negado tres veces.
Tan grande es el amor de padre hacia sus hijos
que el dejaría de comer
para que sus hijos comieran algo
y no murieran
o apenas que no sufrieran ese ardor
que da en el estomago
cuando no tenemos que comer.
La debilidad del cuerpo
daría el primer síntoma en nuestro cerebro
que no nos da siquiera fuerza para pensar.
Cortaría si necesario
un pedazo de mi carne
para no ver mi hijo morir de hambre
dándole un poco de sí mismo
de mi propia sangre
frita o cocinada
cruda o sancochada
pero así cumpliría como dice la Biblia: Si tu ojo es motivo de pecado, quítatelo, porque es mejor entrar en el reino de los cielos sin un ojo que por culpa de ese ojo, no poder entrar.