En el bosque no solo se refugian las fieras
No solo en la oscuridad,
No solo entre la maleza.
El hombre inquieto la habita,
El hombre sabio, urgente,
Desprendido, incomprendido.
Un Robin Hood cualquiera.
Alonso se interno ayer como un chiquillo
E hizo su guarida en la punta de un árbol.
Escogió el más grande,
El que por las noches mecía a la negrura
Como la nana nanita que mece a sus hijos bonitos,
Y mata a los hijos malditos.
Subió como escarabajo por el tronco,
Se cortó los dedos y los colgó en las ramas.
¡Alabado sea el señor!, dijo, antes de hacerlo.
Y se recostó sobre una cama de manzanas dulces
Y olvido lo que dejo atrás,
Los pechos de su mujer,
Las nocturnas caricias de sus ninfas
Y las sandalias de terrones, ungüentos de lucidez.
Decidió pasear por la garganta de Dios
Y se encontró a más de dos santos arrepentidos,
Juzgados, condenados, caídos,
Por haber hecho y por haber dicho aquello
Para lo que los ojos y los oídos del hombre
No habían nacido.
Frotándose los pies se abrió camino
Y caminó a tientas hacia el umbral del frío
Huyendo de las náuseas del mundo empedernido.
Se introdujo a la boca un puñado de cenizas
De las almas muertas apedreadas
Por la manos ungidas de los deseos frenados.
A los treinta días de exiliado,
Se cortó el cabello y se lo puso de barba
Y dejo que las orugas se comieran su lengua
Y su cabeza toda para ya no pensar,
Su lengua para ya no decir,
Y comprobar si esto era el efecto o la causa
O era la luna que sobre su estómago mengua
Y lo transforma en un demonio mal querido,
Acechado por la bocas perfectas,
Maldecido por las almas malditas
Que pecan de querer ser benditas
Y se gastan palabras bonitas,
En rimas que salen de insolutos labios
Y se mueren como viejos sabios
Al penetrar la purulenta epidermis.
Así para siempre se quedará Alonso
Huérfano del mundo, de sus hijos,
De su hembra, de su enemiga lengua.
Ermitaño Alonso
Entre cantos gregorianos
Desfilaras a la orilla del mundo,
Para ver si tropiezas y te caes a la nada.
Nadie te quiso, nadie te tuvo.
Que miedo provocaste
Con tu palabra adversa,
Verdadera, deshonrosa
Y tan falta de hipocresía.