A escribir yo empecé un día
sin saber que el escribir
era el arte de medir
cuando escribes poesía.
Y fue así que poco a poco
las palabras fui midiendo
y con el metro insistiendo
escribir me volvió loco.
Y aunque empezar quise, yo no sabía
cómo tejer un cuento
si en mi cabeza el mismo no cabía
e iba a llenar de pena o de alegría
tal acontecimiento.
Y comencé a pensar como sería
la trama o argumento
y en esto que a una rata por la vía
un coche le aplastaba y no la hería
y me quede contento.
Después la vi que al coche se subía
haciendo un aspaviento,
que se puso al volante y conducía
miraba a cada lado y que reía
así en todo momento.
Y ¡zas! me dije a mí, qué maravilla,
¿cómo puede conducir
ese bicho no humano que es ardilla,
sin el carnet?. Si un poli allí la pilla
le iba a tener que oír.
Y aunque no lo persiguiera
ha llegado ya el momento
de decir que esto es un cuento
que ha parido mi mollera.
La ardilla, protagonista,
accidente, el argumento,
la imaginación, sustento,
yo del mismo su cuentista.
©donaciano bueno