Al término de estas agallas
nada pez, nada anzuelo:
luego, nada clamor y nada silencio
De esta marea nada ola, nada brisa han de nutrirse lo ubicuo y
la desaforada palabra
En esa línea no imaginaria y variable han de amarse
la última acción y el verbo
Se lloran las pertinentes cegueras;
No son las pisadas de sus dedos
los que moldean la caída
y se deshacen
Y se construye su palabra
desde la otredad del
disimulo
Y donde nada falo,
llaga
o látigo,
se santigua el mito
y su tacto
pluma
y rocío
invitan al
fragor
del golpe
y la sustancia.