Te puedo contar de la existencia del universo,
platicárle de ti a las estrellas,
contar una a una las pecas de tu cuello
y enamorarme de cada una de ellas.
Puedo contarte todo lo que me pidas
y mucho más de lo que quieras,
podría contar uno a uno todos tus cabellos,
si así tú me lo pidieras.
Puedo sentirte, pensarte y rendirme,
vivirte, fumarte y herirte,
cocinarte, beberte y amarte,
gritarte, soñarte y largarme.
Puedo ser todo lo que quieres,
pero no lo que necesitas.
Puedo ser agua y aire,
libertad y muerte,
deseo y amor,
eternidad y silencio.
Puedo ser todo y nada,
el fuego que vive en el alma del león que se apaga ante tu mirada.
Puedo ser lo que quieras,
puedo mentirte todo lo que me pidas,
refugiarme en cada uno de tus sueños,
pero no me pidas que oculte este sentimiento en cada una de mis heridas.
Dime que es lo que quieres,
dime cuanto es suficiente,
dime cuanto es lo que vales
y te diré que es lo que mereces.
Dímelo, no te quedes en silencio,
la indiferencia es lo que mata el amor y aumenta el deseo,
con una sola palabra reivindícame a la libertad,
mátame, elévame, suéltame o trágame,
acaba con este suplicio que yo mismo cree,
juégame hasta que no pueda más,
hasta que yo mismo arranque el tatuaje del beso que dejaste en mi alma, mente y cuerpo.
Dímelo o hazlo,
pero no te quedes ahí parada,
no como si para ti no significara nada,
dímelo o hazlo, antes de que me harte,
antes de que me rinda y mande todo este amor a la chingada.