juan sarmiento buelvas

FEO PERO EN EL PARAÍSO.

 

Desde su soledad triste asomado por la ventana 

El;

Observaba en el horizonte la unión de un cielo lleno de grises y extraviados nubarrones y un prado florido y lleno de alegres mariposas, pero, aunque en lontananza parecía que se unían,

nunca serían felices.

 

¿Sería porque sus estaciones se despedían la una de la otra?

¿o porque sus nubes se ponían triste al ver la tierra en primavera?

 

Eran como esa criatura herida y castigada de la ventana,

que ninguna mujer le dio jamás una caricia porque no era agradable al gusto de ellas,

todas lo miraron como ese horizonte,

como el protagonista triste de esa ventana,

siempre fue la burla de los demás en la escuela.

 

Fue el rechazo de las mujeres bellas del paraíso,

nadie nunca lo miró con agrado,

se sintió como un perro pateado por su amo.

 

Se sentía despreciado por no llevar el aura de la belleza,

nunca pudo reír ni menos hablar de amor,

nunca soñó porque su pesadilla se lo impedía,

sus vecinos jamás lo llamaron porque nunca supieron su nombre,

nunca se inclinó para sentir la fragancia de las flores para no ahuyentar las mariposas,

aunque en su casa nunca florecieron margaritas.

 

Su casa no necesitó nomenclatura porque ninguna mujer jamás le envió una esquela de amor,

nadie entendió jamás su dolor.

 

Quiso morir, intentó morir tantas veces,

pero volvía a su mente la triste realidad de su vida como regresa el otoño y cubre de hojas secas el vergel marchito.

 

No sé sintió tan humano como los humanos que lo despreciaron,

o tan animal como su perro que un día se marchó y lo dejó solo.

 

Despertó todos los días queriendo sentir que era lo que no quería ser,

sintió la frustración exacerbada en su dolor interno,

la tristeza fue el único sentimiento que lo habitó.

 

Siempre sintió que todo feo llevaba la belleza en su interior, pero esa belleza se le marchitó ante la indiferencia de quienes no le tuvieron compasión y lo vieron como el feo más feo entre los feos del paraíso.