Existen sueños y sueños.
Sueños estando despierto,
y los que se realizan
con los ojos cerrados y durmiendo.
Así me ha sucedido,
en la madrugada.
Soñé que dormía.
De pronto, me desperté.
Y Tú estabas a mi lado,
acariciándome la frente,
como un padre lo hace con su hijo.
¡Padre, Jesús... eras Tú!
¿Qué significa este sueño?
¿Será mi gran necesidad de Ti?
Acariciabas mi frente.
Me mirabas con ojos
serenos y piadosos.
¡Fue tu rostro y tus ojos,
los que ví!
¡Oh...sentí tu mirar,
tu mano!
¡Estaba tu cuerpo
cubierto de ropaje rojo!
Sentí tu mano
deslizarse por mi frente
delicadamente,
y por momentos,
la presionabas sobre ella.
¡Y me sentía feliz...
y no podía dejar
de llorar
por mi gran
e inmensa felicidad!
¡Mi llanto por tu presencia,
por tu mano sobre mi frente,
por tu mirar inmenso
y cubierto de amor...!
Me desperté... pensando...
¿Fue una realidad mi sueño?
¡Sí, lo fue!
Y lo que ahora siento,
con palabras precisas
no puedo describir.
Siento tal paz...
¡como nunca en mi vida sentí!
Hugo Emilio Ocanto- 06/12/2015