Me encanta
recoger tu pelo,
y enredar en él,
mis ansiosos dedos,
darles
rienda suelta,
sobre tu
candorosa piel,
con yemas
nacaradas,
y sangre
enamorada,
son deseos
ruborizados,
son pinceles
descubriéndote,
es tu temblar,
mi disfrute mayor,
es tu gemir,
mi doble fruición,
no se detienen,
hacen redondeles,
como el humo
del cigarro,
y llegan
a su destino,
el preferido,
y tu sonríes,
me muero
de ganas,
decirte cuanto
te amo,
más debo
callarlo,
sería un pecado,
el 9º de aquellos,
que bello
es el amor,
aún,
sin tu amarme,
no me acostumbro
a estar sin ti,
resulta...
que te extraño.
Víctor Bustos Solavagione