La gratitud en tiempos de la ausencia
Debiera suceder que para todos
trajera el horizonte fruta fresca,
incluso para aquel que no merezca
más que la maldición de sus apodos.
O sea al lame botas de acomodos,
o sea al dictador, con todo y gresca,
o sea al pordiosero, que no pesca
ni la bondad de un gesto entre sus lodos.
Pero no ocurre así, que en los recodos
del hombre todo pasa y no hay quien crezca,
pues nadie va sino con malos modos.
Y, como no sucede, quien te ofrezca
sus ojos para ver en tus recodos,
es cosa nada más del que agradezca.
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06 12 15