Los momentos se me vienen como bocanadas de aire:
Tus manos, recorriendo cada espacio de mi cuerpo,
mis dedos, que se estremecían, como flores silvestres;
mis montañas, sucumbían al temblor de tus labios,
tus pechos, se hinchaban pletóricos con el roce de la piel;
la zona del desierto cobraba nueva vida por tu lengua,
un mar de deseos inclaudicables inundaba todo el campo;
el ombligo era oasis de una miel que tu boca rescataba,
mi boca se enroscaba como una fruta de la que sacan jugo;
las cinturas, sentían escalofrío de mil diamantes helados,
mis ojos se nublaban de pasión mezclado con lluvia roja.
Así se fundieron nuestros sentidos, piel a piel, pasión y castigo.