Y sucumbió el ocaso congelado
en el ardiente estío
que se fraguó en nuestros besos.
Entre el viento acariciante
sobre el frenesí de nuestras pieles,
invocando el derroche de una entrega, que fue.
Los pétalos que pactamos,
fue el panacea de mis yagas
al encumbrar nuestras almas, al amor.
Fue el amor en nosotros el idioma del cielo.
Fue el amor en nosotros
la entrega que fue.