Jesus Alejandro Reina

Bautismo

PRIMERA PARTE

Toda una vida… Y sigue allí.
Desde mi piel se retuerce,
y brama como un desgarro frío.
Es él.
Se alimenta de mis vísceras:
de postre mis sesos.
Su piel,
tal carbón encendido por la historia
enmagrece mi vida cada vez más escaza.

Es mi demonio personal,
Y me hace hijo de satanás.

Se resguarda en mi temor a la vida,
en las tinieblas de mi ser más humano.
Bebe mi sangre en un brindis colmado
de odio y lujuria.

Y asi es mi demonio personal,
me hace hijo digno de Satanás.

Amo y señor de mis deseos más oscuros,
bestia. Infernal deseo de las sombras,
amo de mi alma y satín de mis ojos.

Ese es mi demonio personal,
Hijo legítimo de Satanás.

SEGUNDA PARTE
Y Volví a respirar.
Las campanas sonaron tras el incienso,
mi alma purgaba de luz todo el alquitrán;
mis túnicas, al cantar del cordero celestial.
mis ojos a los pies de un trozo de madera, pienso:
¿es real, existe?
¿Es ley o justo?
Pero seguía bajo aquel hombre,
como consumido en carne y alma,
más… Todavía me parece ver.
¡Sí! Me parece ver rastros de otra natura:
Y esos caminos de sangre que hasta el piso;
una, tic, dos, tic, tic, tic, ¡tic!
Corrian, corrian ¡lo juro!
Por el altar como un dolor que cargaba al mundo.
E intente seguir el rastro, pero ya no era rastro.
Esa fuente de agua, corria mas allá del altar,
parecía la vida misma, mas con una infinidad
mas allá de mares de la atlantis
y éteres del Olimpo.
Y en ese mismisimo momento
mi vida murió de la manera mas viva.
Retorné a casa.
Y fui uno con mi padre
y fui hermano del cordero y sangre.
Volví colmado de vida eterna.