Nuestro presente es dejar apoyados nuestros corazones
encima de la barra de los bares, entre copas de vino
y dejar las puertas abiertas, para que entren las miradas
y salga el aire anestesiado, por nuestro largo silencio.
Hemos convertido en una montaña rusa nuestras citas,
cuando tú subes riendo,
yo bajo con miedo.
Nuestro presente, no sé si ya ha pasado,
si está ocurriendo,
o todavía no ha llegado,
pero mis labios sienten frio cuando te imagino
mis manos son adictas a mis bolsillos,
para evitar el miedo a tus abrazos,
sin embargo, yo me pellizco para comprobar que sigo viva
y sigo mirando entre tanto hastío, si todavía es invierno
y si el frio sigue siendo sólo mío.
Nuestro presente, no está escrito, se está escribiendo,
entre reglones con forma de labios,
borrones producidos por las gotas de tus lágrimas,
y en tus manos aquel bolígrafo que tiene tantos años.
Hemos pasado del saludo a mantener sexo
sin que hubiera en medio abrazos y besos,
no le dedicamos tiempo a los preámbulos
y con los músculos fríos, hemos fracasado,
en este presente de platos rotos,
vasos repletos de sabor amargo,
sin embargo cuando vienes y me rodean tus brazos
me rindo a la tierra, como si fuera tu esclava
dispuesto a cultivar amapolas en mi escaso huerto
a recolectar la fruta de tus labios
y a recordar el sabor de tus daños.
Nuestro presente, tal vez sea, sea construir
frases, sin sujeto ni predicado,
y sentirme hembra en celo
tan fuerte para que haga fértil todo lo que toquen mis manos
y quiero parir antes que salga la Luna
y ver tu luz en mis pupilas
y quiero parir de un puñado de tierra, unos versos,
y quiero amapolas en lugar de llantos,
y quiero ver si empezamos o acabamos,
y la palabra amor, no deja de tener cuatro letras
y cuatro letras, no hacen más débil a esta mujer en celo
cuando yo escribo mi presente, sin presiones,
y cuando deje mi copa de vino vacio y entre dos corazones.