No voy a pronunciar su nombre,
para qué dar razón a melancolías,
se me van las noches y los días
en ser para ella un invisible hombre.
Voy a llamarle amor de sobrenombre
porque es la dueña de mis alegrías,
la única piel que merece mis caricias
mujer por quien sería un superhombre.
Y aunque el amor se rompa a distancia
seguiré amándola a escondidas
porque conozco la fe y perseverancia.
Amor imposible de ilusiones prohibidas,
de poesía triste sin importancia
y horas de pasión incomprendidas.