Ayer el verbo subió algo intruso y obsoleto
a lo alto de la montana
ahí estaba yo sentada
sin darme cuenta
casi le doy una bofetada
y al hueco lo meto.
Porque hay palabras huecas
que caen al fondo
y en su salida como que nadie le quiere oír.
En el hueco muere
¡en su guarida!
Ayer sentí entre el aire
una falsa jugarreta
de esas que se visten
con doble cara,
para que no le puedas ver
ni la chancleta.
Son muertos en alpargatas
de hilo fino
sin saber dónde esconder
su cruel destino.
Porque son catedráticos
en sus esferas sociales
entre el estierco
de sus propios males.
Porque la maldad es tan cruel
que casi siempre anda descalza,
para que no la escuchen,
porque ella en silencio llega,
toca, lacera y queda
y así no la pueden ver.
Me levanté como siempre
con ganas de escribir,
engalanar la poesía
con ansias de sentir
porque mi vida es muy sana
¡con alegrías, siempre voy a vivir!
¡poco importa que te moleste!
si tú subiste a la montaña,
donde me encontraba yo
¡y antes de subir, me llegó tu peste!
Se abrió como flor celeste tu crítica
¡y lo que querías era un minuto de fama!