Julieta Love

INEFABLE TEMPESTAD

 

Llego la tormenta,

como si el limbo enviara un soplido de azar combinado con miel.

 

Solo con verle ya sospechaba que los faroles variarían sus luces en mi vientre

y las orugas habitantes se renovarían para hacerse un huracán de mariposas.

 

Bastó un soplido para descubrirle,

bastó una mirada fija a sus ojos de color universo

y un roce de palabras tímidas para adentrarme en el misterio inusitado de su esencia.

 

Súbitamente me encontré escudriñando su mente,

escuchando sus miedos,

sus deseos,

descubriendo su futuro

y la infinita similitud de nuestro existir,

entrelazando sus dedos de nube solo en sueños

por evitar un colapso cruel con la realidad.

 

Y llevándole en la punta de las pestañas,

como quien lleva una esquirla de galaxia en el cabello

y no teme a la existencia de agujeros negros,

me desperté.

 

Puedo asegurar que me acerque demasiado, casi al punto de mezclarme,

pero la razón no me lo permitía.

Decidí conocer la tormenta

y dejar que la borrasca se desatara en mi locura lentamente.

 

Ahora disfruto ver la tormenta desde una vista más cercana,

cuando he dejado a un lado los prejuicios

y me he lanzado como si tuviese las alas más poderosas

para planear por un sendero lleno de maravillas inexploradas

que fácilmente se convirtieron en ruinas,

ruinas hermosas,

ruinas que muestran el paso de una inesperada tormenta.

 

¡Vaya tormenta!

¡Oh tormenta de cuatro elementos,

sácame de la ca(l)ma cuando quieras

o ponme en ella si deseas!

 

Es efímera la llegada de la tormenta,

pero urdidora.

Estúpidamente temo que se aleje

como si no supiera que nunca ha estado del todo presente,

y es que las tormentas suelen ungirse de los terrenos ya explorados

y guardar en su foco trozos de ruinas,

que por capacidad no le permiten poseer nuevas reliquias.

 

No pretendo transformar la tormenta ¡Jamás!

No pretendo evitar su huida tampoco.

Pretendo ser el terreno con la  mejor marca de desenlace

O quizá la pieza clave para mermar la tormenta sin que esta deje de serlo.

 

Mientras tanta utopía se condensa

y la tormenta deja huellas en mi espalda de arena,

las dunas fijas en mi rostro como labios,

ansían inescrupulosamente ser para siempre arrasadas

por la inefable tormenta.

 

La más sublime tempestad.

 

07/12/15