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Ay, luz perpetua de una vida al acecho,
y que por el gran presagio de un hecho,
y se encorva mi espalda por escuchar,
lo que mis oídos quieren: la cancion endecha,
tan triste y lamentable y soslayada a la derecha...,
de un zaguán por el tiempo sereno y oscuro...,
de una luz perpetua que grita: !basta yá!,
basta ya de lamentos hipócritas y cínicos,
que la luz ve y conoce todo, como que es Dios,
Ay, luz perpetua de una vida al acecho,
y que no disfraza su cometido en seriedades salvajes,
de demostrar su cruel y vil en abyectos oleajes...,
de maldiciones y execrar, !basta yá!,
de dejar la vida en ella para poder vivir, yá.
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