Tú, paso de elegancia, tu abrigo de plata escarlata
bañado en sombras y dulces sabores de tu rico ser.
Un paso a la vez y una palabra de mil sonares
que retumba en el oído una y otra vez,
una palabra y otra que te digan
mi amor ensalzado y elevado
que siento por ti.
Un beso y dos piedras más la luna reluciente real
cantando su soneto de frío, dulzura y pasión.
Dos piedras azules del firmamento no terrenal
caído sobre tus ojos de mi grata predilección
en la máxima apertura de tu ser y tu son.
Veo un pájaro y un ángel junto al violín,
cerca de ti, con piel de color carmesí,
que armonizan una canción sin fin
que con pie descalzo, ¡baila!, que no es baladí.
El rayo luz partió tu brío, tu brisa y tu mal,
quebrándote en llanto y dura emoción
pero la luz se encarna en ti con alegría sin igual,
que con mirar al cielo resucita tu canción.
Canción melodiosa de tu vida y mi gran amor.