Y sigue la vida , y yo me incinero
Con la mirada cálida y la sonrisa fresca
Con la tez incandescente , y el olor inflamable
De una figura totémica y sin censura,
Nostálgica y real, de tan natural poema,
Con silueta astronómica y etérea, infinita
Como el cuerpo celestial que compadece de su Dulzura,
bella creación del universo, usted y solo usted,
Cariño deseado a cada rato, en cada trozo de tiempo relativamente suelto
En la distancia trágica que envuélveme mi alma por no tener le vida y ocio, corazón y ruego,
¿por qué todavía no le tengo?, y me pregunto, y me preguntas, y la tierra gira
y yo me resbalo en la hermosa tela de tu cabello y cual benigno lucero,
me conduce de nuevo a tu cielo y me despoja de ciertas desdichas , tiempo y desaliento
Y de nuevo me envuelvo en el aroma de tu cosmos y de las galaxias que emanan de tus enajenados ojos que con brillos y destellos
permiten el libre encasillamiento de mi mente y tu reflejo, pero mal hago al apetecer algo indeleble y aislado,
Y por eso me callo y por eso me siento amargo, por no saber que hago con ese pesado sentimiento
que me empapa de recuerdos y me empalaga hasta el sueño, inquebrantable de tenerla en mi pecho y descifrar los tormentos
que ahogan mi palabra y paralizan el precioso momento, en que tu aura y tu esencia
permanecen caminantes en mi pensamiento.