¿Qué hombre fuiste cuando temías a la noche?
¡Dispárame una luna ahora! ¡Mátame a carcajadas!
“Esta noche, otra noche”, como en el viejo poema…
Enclávame tus pérdidas, tus promesas, tus plegarias
Para drenar de mí los mejores empates, las más untuosas traiciones,
Mis ecuánimes y joviales blasfemias.
Convoca a los demonios al mismísimo centro,
Que ambos sabremos bailar entre los fuegos fríos
Dibujando la ictericia, la tuberculosis, todas las esperanzas.
¿Qué abrazo añoraste cuando descubriste la necesidad?
¿Qué perdón deseabas cuando avasallaste la luz de un candil
Para rendir cuentas a dioses impotentes y agónicos
Que se transmutaban en los espejos y el hollín?
¿Cómo te liberaste de tu humanidad,
Dejándote apresar por las costumbres que desdeñabas?
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No quiero tu latir de vuelta,
Zapatos, vaivén, aprieta, humedad, ¡Habla!
No quiero tus palabras malheridas que buscan
Una extremaunción o el humo de un cigarrillo.
Charcos, subterfugios, pereza, pudre, ¡Bébeme!
No quiero más de esa fruta amarga
Que servías con una tajada de sonrisa ebria
Mientras la noche se propagaba como una peste.
Desgrana la sombra, pues,
Como si fuera una margarita ausente
En su bella indiferencia.
Apurarás el paso las cuadras que te restan,
Las pintas que te separan de un sueño
Consejero o una marea
De las que o te devuelven a la orilla
O te bendicen con sal en los pulmones.
¿Sabes siquiera sobre todos aquellos que no fuiste jamás?
¿Alguna vez rasgaste el papel celofán
Que te protegía del vacío?