Dolor, te conozco bien…
Noche que corroes las entrañas
y brindas una angustia perenne;
a fuerza de sangre, sudor y lágrimas,
sin una brizna de compasión
hacia el ser íntimo y doliente,
que mora en la sombra de una prisión;
al borde de un acantilado saliente.
Atrás queda la luz del sol,
filtrándose a través de los cristales;
ofreciendo su llamarada de calor
a esos satisfechos mortales.
Eterna nostalgia de instantes de amor;
es agonía que discurre a raudales;
presta a tornar la dicha en clamor.