En el papiro del alma,
quedó escrito
por ti, por mí,
por tantas horas
en que derretíamos
el cielo y la luna,
en el cáliz del amor
y de la vida.
Las uvas y los besos
en fermento
rebozaron con el vino
en mi boca
cuando a solas
saboreaba en tu copa
el elixir del amor
en incremento.
Cae ya el horizonte
y su recuerdo
y se queman
los leños del viñedo
en el fuego
que dejan las cenizas
que sin beberlos
se cuecen en su jugo
Anhelaba una noche
entre tus brazos
recorriendo tu primavera
en mi otoño
sin más abrigo
que la luna en su cuarto
sin más tinta
que el pincel de tu arrojo.
Todo fue luz y sombra,
en un instante
oscura amargura
en su quebranto
acidez en la noche
con su manto
soledad y oscuridad
entre amantes.