Juan Amezcua

EL CISNE Y LA FUENTE

Bajo las nubes de un otoño triste
inmerso en el más profundo silencio
hubo una vez un cisne blanco y necio
que aferraba su vista a lo celeste

 

transcurrían los siglos hacia oeste
sin dejar huella de final o inicio
y tal ave sin notar su suplicio
era eterna y también inexistente

 

si eso era vida, era mejor la muerte
y para su delirio existencial,
como perecer siendo ya un inerte

 

olvidando tan mortuorio ideal
solo podía llorar incesante,
anhelando ser un ave real.

 

Escrito por: Juan Amezcua 

13/12/2015