Ella escudriña su esencia de mujer.
A veces, montaña insondable,
escarpada y de senderos impenetrables,
otras, valle límpido brillando al sol,
desdoblándose en el horizonte.
A veces, mar embravecido liberando sus olas cautivas;
bosque enmarañado;
río que fluye sin pausas ni prisas;
volcán a la espera de un estallido de pasiones,
alimentándose del fuego de sus entrañas.
Y en toda esa geografía existencial,
ella,
transita en su línea de tiempo,
sin saber exactamente lo que el tiempo significa.
A veces guerrera,
otras, apenas sobreviviente volviendo hecha jirones de sus cruentas batallas.
Y en el firmamento, una estrella más,
imperceptible en su tenue brillo,
la observa impasible...
a la espera...
del instante ese,
cuando la misteriosa fusión,
finalmente ocurra.