Sin fuerzas y sin deseos.
He dejado de luchar.
No hay motivo o razón alguna.
Todo se acabó.
Un suspito ha sido todo.
Un sepulcral silencio.
Y ahora de la nada.
Emerges tú.
Vacilante y omniciente.
Hechando fuera todo lo sucedido.
Alzando y recreando de los escombros.
Llenando aquellos espacios vacios.
No has pedido permiso alguno.
Tú simplemente llegaste.
Surge tu nombre de entre mis sollozos.
Y es tu figura la que buscan mis ojos.
En esta inmensidad a que estoy sujeta.
Destellos brillantes acaban con la penumbra.
Y ya no estoy caída.
Un sólo toque tuyo, cual toque de midas.
Ha logrado que el fin no lo fuese todo.
Y hoy con fuerzas y un motivo de vida.
Salgo airosa de aquella batalla perdida.
Y he renacido en tus brazos en tus labios.