Reflejado en el espejo de tu alma,
esa transparencia como manantiales,
de mirada cristalina, de ojos sonrientes,
amada, bella mía, has bajado del cielo,
como iluminas mis pasos que tiritan de miedo,
has tejido cada espacio oscuro de mi con tu luz,
siento que te amo mas que los suspiros de un enamorado.
Cae la lluvia en el arrullo de su melodía,
furtivo susurro que fluye del invierno,
inmensos caudales refrescan al alma,
la calma bajo tu abrigo, floreciente sereno,
enclavan mis pasos bajo tu sombra de estrellas,
aun me cuesta alejarme de tus riberas.
El poniente dorado de un atardecer
es la esencia de una inspiración
de notas ardientes que escriben las manos tibias,
del cálido atardecer, un romántico anochecer,
sin tus manos abiertas no existe abrazo tierno.
Me miro en tus ojos, serena mirada,
tranquila puesta de alborada reflejan tus pupilas,
eres mi amanecer tras el delicado soñar de la noche
puedo amarte tras el beso de un sueño.
De manos tejidas mi desenlace nupcial,
ya siento que juntos anclamos al mismo mar,
no quiero alejarme de tus riberas,
he vuelto a ser el reflejo que mi alma quiere ser,
a través de tus espejos puedo traslucirme,
llegan mis pasos a ser la huella donde quieres andar,
llegas a ser la sombra que anida en mis pasos.