¡Que griten que creí en el arte de bailar, de cantar, de escribir! ¡Que creí en el arte de la vida!
que creí en la gente que lo hace, y en la gente que ama lo que hace.
Que digan que bailaba bajo los destellos de los rayos del sol
con regocijo y también bajo la luz de la luna llena,
con música de fondo en mi cabeza.
Que aparecía y desaparecía cuando se me daba la gana
y me convenía, porque como mujer, tuve ese privilegio.
Que digan que nunca hablaba ni gritaba, pero que si canté.
Que atraía mariposas y les daba asilo en mi estómago. Y
que demasiadas veces, atraía colibries y que conquisté
hombres.
Que era fuerte, y para nada sumisa, que muchos me quisieron
por serlo, y pocos me odiaron.
Que digan que explotaba como fuego, y resurgía como fénix.
Que hablen de mi siempre en tiempo pasado; que fui una fiera,
una leona suelta y una cazadora de sueños e ilusiones, que los
atrapó y miró al ocaso.
Una loca que tenía una cuerda por cada pájaro que tenía en la
cabeza, y la elevaban y la hacían amar los colores, las formas,
las letras y que se enamoró de los gestos de la gente. Y que fuí
de los secretos, la mejor y fiel amiga.
Obsesiva por conquistar todo lo inconquistable. Que supo
reconocer cada soplo del viento y las palabras que llevaba
en él. Que supo reconocer cada gota de agua y amarla por
la luz que reflejaba.
Que a cada palpitar de cada nota de su armónica exhalaba
recuerdos de otra vida. Y que en cada sónido que hacía al
bailar, su corazón entendía el idioma y se ponía a palpitar
con mas ganas.
Que memorizaba las personas de su alrededor, y jamás
las olvidaba. Que imploraba justicia, libertad y hermandad.
Que griten que encontré paz en una taza de té de canela con
café, un cigarrillo, un cuaderno y un lápiz. Que encontré paz
en los ojos de mis personas queridas y que sonreía al comenzar
un nuevo día.
Entre tanto, no importa lo que digan, si lo que gritan es con amor.
¡PERO QUE LO GRITEN!