¡Pobres, aquellas flores
de primavera santa!
¡Ay! ¡pobre romería!
de viudal amargura en mi garganta,
¡ay! absorta abadía,
¡muerto puñal que canta!
un vil réquiem de amores
que de dolor sus senos amamanta.
¡Oh! corazón cautivo...
¡Adiós!; lleva tus labios
mustios, color de faldas.
¡Oh! fúlgida apagada de santuarios,
deshojando esmeraldas;
¡se partió de corsarios!
en su trino nativo
¡Qué será de su tiara y sus lararios!
¡Silencio...! nudo a nudo,
ya te vas...? ¡no!, Alameda
vespertina de lechos.
Ve al lácteo mugor de mucha seda;
tasajeando endechos,
¡no vuelvas más aeda!
mi borbollar es mudo
llanto y nace del ábside en la teda.
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David John Morales Arriola.