La tarde...
declinaba muy despacio
su congoja enardecida,
en prados cristalizados
de inmateriales deseos...
pintados en su melancolía,
y mientras mi alma
besaba muy despacio
las rosas primorosas...
de mi entristecida vida,
mis pensamientos...
se licuaban
muy despacio,
entre mares embravecidos
teñidos...
de labio y beso,
y asaetados
muy temerariamente
en su monotonía.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.