kavanarudén

Diálogo sin palabras (Relato)

  

Entro al bar de la universidad. Son las 8.00 de la mañana.

Me dirijo a la barra donde están tres hombres y dos chicas hablando de sus cosas.

 

Buongiorno Laura, un cappuccino e un cornetto, per favore - Le pido gentilmente a la joven que sirve –

 

Buongiorno professore, subito la servo – Me responde ella con una amplia sonrisa –

 

Después de ser servido, tomo mi desayuno y me dirijo hacia una de las mesas para desayunar sentado, tranquilo.

Soy bastante observador y me gusta, sobre todo, analizar el comportamiento humano. Quizás debido a mi misma profesión, no lo sé. Reconozco que es un defecto o una cualidad, según el punto de vista, que tengo desde muy pequeño.

Las dos chicas siguen ablando de sus cosas. Llega una tercera que las saluda de forma muy efusiva. Entre risas y bromas se preparan para enfrentar un nuevo día. Hay que precisar que el bar de la universidad organiza eventos de todo tipo y estas chicas vienen a prestar sus servicios. Quien traduce, quien lleva a la gente a sus puestos en el aula magna, quien está pendiente de los pequeños detalles.

La última chica se queda en el bar desayunando, mientras las otras dos se retiran.

El bar está gestionado por una cooperativa.

La chica que ha restado no es particularmente atractiva. Normal diría yo. En una primera mirada calculas que tiene, más o menos, un metro sesenta de estatura , pero cuando miras sus zapatos resaltan sus veinte cm. de tacón. Cabello largo, una minifalda que dejaba espacio a la imaginación y una blusa con un descote. Estamos terminando el otoño, se acerca el invierto y la temperatura es particularmente fría en esta época del año. Pero bueno, como dice una gran amiga: “para ser bella hay que sufrir”. Delgada, muy delgada. Demasiado para mi gusto.

Mientras ella está desayunando entra una de las encargadas del bar, que llamaremos María.

Se dirige a la barra. Mira a ésta que está desayunando. Esa mirada fue la que me impactó y me hizo divertir tanto. Un “lenguaje no verbal” muy expresivo, pero muy discreto. Creo que nadie se percató.

En un segundo, quizás sea demasiado, la miró de arriba abajo. Le hizo lo que yo llamo un “scanner” y después pidió un café.

Esa mirada me hizo sonreír de oreja a oreja, porque me imaginé lo que pasó por su mente en aquellos instantes. Imaginé el diálogo que tuvo consigo misma. Saben esa vocecita que tenemos dentro y que nos habla siempre, con la cual dialogamos. Que es muy gentil en ocasiones, pero que en otras es bastante dura y crítica.

Pues me imaginé su diálogo interno.

 

¿Y esta de dónde salió? ¡Dios de mi vida! Una pitufa que tiene complejo de enana. Mira no más esos tacones, unos 20 centímetros mínimos. Y esa blusa toda descotada con el frío que está haciendo. ¡Vaya por Dios! Se me eriza toda la piel solo con verla. Lo que hacemos las mujeres para llamar la atención. Además es un poco fea, si, si, es feíta la pobre y con cierta edad. ¿Cuántos años tendrá? Pues unos 35 al menos, pero muy descuidadita. ¿Has visto la figura que tiene? Para mí que es anoréxica o comerá hierba todo el día como las vacas.

Por cierto tengo que rebajar unos quilitos, pero no ahora que viene la navidad, ya será en enero. Pero bueno yo viéndome al lado de ella estoy buenísima, vaya que sí. No tiene ni tetas la pobre. Las mías al lado de las suyas son el Everest ja ja ja ja.¿Será que son muy grandes las mías? ¡No que va! a Oscar le gustan así – se ruboriza ligeramente -

No te pierdas la falda, ¡Qué horror! pero.... ¿A dónde va esta chiquilla? Con esas piernas que parecen unas canillitas, ja ja ja ja.

Medias baratas, si, absolutamente. De esas medias que te da miedo agacharte porque se te rompen. Seguro la compró en los chinos.

¡Ay Dios! María tú si eres mala chica.- la regaña la voz interior- Nooooo, pero es verdad, mírala no más. ¡Que horror!

 

La Chiquilla termina su desayuno, paga y se va. Pasando cerca de María con paso firme. Mientras María da los últimos toques a su diálogo o, mejor dicho, a su monólogo:

Ésta no sabe caminar con tacones. La verdad es que me cae mal.

Pero María si no te hecho nada, ni te ha dado los buenos días – le reprocha de nuevo la voz interior….

Te parece poco, hasta mal educada es la boba esa.

 

Yo me río por dentro. Mi vocecita interior me regaña:

¡Por Dios Omar! qué imaginación, qué imaginación chiquillo. ¡Ya basta!, ¡Vamos!, a trabajar…

 

Me levanto. Llevo el plato y la taza a la barra. Pago y me despido.

A los 15 minutos exactos comenzaba mi lección: “El lenguaje no verbal en la relación de ayuda”