La solemnidad de tus negros ojos,
esplendentes con creces
de lágrimas a veces,
en el arcano albor de tus enojos.
¡Salve oh reina de profundas miradas!
-tu peregrino andar por el jardín
que del breñal olvidado es festín-
de perlas avetadas.
Do sanar mis abrojos
clamante es mi cantar,
para poder soñar,
con la belleza de tus negros ojos.-
Por: Alejandro O. de León Soto
Tijuana, BCN. MÉXICO, Enero 11/16