un cacho de luz nos alumbraba aquella tarde noche,
era un tercio de la luna,
que como una rebanada de sandia cristalina y luminosa,
tomo el papel de una artesana en mi pecho
y fraguo palabras de mi, para ti, mientras la observábamos
inmovil esquiando las nubes que pasaban ligeras intentándola
acariciar con sus pañuelos blancos,
me gusta la serenidad de tu rostro
y como me devoras los labios
cuando rozo los tuyos y te doy besos sabor tabaco,
aquella tarde pusimos en sincronía nuestros corazones
y eramos un solo latido, una sola palpitación,
al ritmo del tiempo latíamos los dos, uno en el otro y otro en el uno,
¡mi bella!
dulce y pequeña eres como la luz de un astro lejano,
que deja su estela de fuego en mi ser,
cuando nos alejamos y cada quien se va por su lado.