“Cuando el silencio no es una opción”
Monseñor Arnulfo Romero y Galdámez
Encender sobre las cenizas de fracasos aparentes la llama de la esperanza, dejar en libre los pensamientos y replantearse la tarea otra vez…Caminar esperando dejar huella en el camino y ver que las olas las han borrado. Han pasado ya 30 años desde el asesinato del obispo de El Salvador y las calles se siguen llamando de sangre debido a la violencia, una violencia contra la que este hombre de Dios emprendió una lucha sin tregua hasta aquel triste día en que cayó herido de muerte, mas aun habiendo caído hoy se levanta y su voz proclamando un llamado de paz que resuena en nuestra América Latina.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez nació en San Salvador ciudad de Barrías en 1915, años más tarde en 1942 es ordenado sacerdote y desde entonces empieza una actividad pastoral por diferentes parroquias de El Salvador. Hombre de pensamiento conservador y de fe y convicciones profundas es nombrado en 1977 Obispo de El Salvador. A partir de ese entonces Dios le mostraría el camino que debía de recorrer, camino no carente de contradicciones y dificultades. Más es precisamente desde este momento que va sufriendo una profunda transformación y su misión como pastor adquiere los matices que lo llevarían a trascender incluso después de su muerte. Un hombre de paz que fue honrado en vida por las Universidades de Georgetown (USA) y La Universidad Católica de LO Vaina (Bélgica) quienes le concedieron Un Doctorado Honoris causa en 1978 y 1980 respectivamente, así como también fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos y luchas por los derechos humanos de su pueblo.
Monseñor Romero se empolvo los zapatos y se remango las mangas con su pueblo, fue solidario con los más desposeídos, les dio voz a los olvidados y nunca acepto el silencio como opción, pues el silencio era cobardía y así un 23 de marzo, Domingo de Ramos pronuncio en la catedral una homilía que era una condena abierta así como una exhortación a construir la paz. Al día siguiente el 24 de marzo de 1980 a la 6:30 P.M. cuatro hombres le disparan a quema ropa en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia cuando estaba oficiando misa frente a religiosos y pueblo congregado, Monseñor cae abatido muriendo casi al instante, la noticia se riega como pólvora, que hace explotar a todo un pueblo en dolor, lagrimas y condena. Condena a la cual se une el continente así como muchas naciones alrededor del mundo. Días después en su sepelio la sangra vuelve a correr nuevamente ya que las mentes obscuras sedan cuenta que no han acallado su voz…
Mucho se puede decir que Monseñor Romero, que creó las narraciones seria interminables, mas hemos de destacar que este hombre fue y es pastor y mártir de un pueblo que sigue clamando la paz…
Oxwell L’bu