Quédate conmigo en esta lluvia
y en la siguiente lluvia, recogiendo los rostros
que han caído.
El cielo se ha movido como yo he movido,
alguna vez, el viejo árbol
de la casa, y sus hojas han besado el suelo
y ni una ha parpadeado.
¿De quién son esos párpados? ¿De quién esos rostros?
Yo te miro y nada baja a mis ojos.
Ni una mano antigua, ni una vieja carta.
Quédate conmigo en esta lluvia
y en la siguiente lluvia, recogiendo los viejos rostros.