Si pudieras caminar por la habitación de mi mente.
Si se te permitiera escarbar
en las profundidades de mis pensamientos.
Si mi Señor te concediera mostrarte lo oculto de mí ser:
te decepcionarías pero también llorarías
conocerías de alegrías, lamentarías tristezas.
Si como Dios escudriñaras lo invisible
y tuvieras la libertad de pasearte;
las intenciones de mi vil naturaleza presenciarías
y la luz admirable de la gracia contemplarías.
¡Oh! Si como lámpara alumbraras este cuarto de sueños
y como antorcha revisaras la inmensidad de mi cariño:
fundiéndote cara a cara con el asombro,
mucha seria tu impresión y pocas tus palabras.
Como iluminante relámpago azul,
un fulgor divisante se mostraría,
el carácter de un propio corazón,
el designio de un alma ante tus ojos.